#52RetosLiterup - Reto 14 - Siete Veces.


—Si yo soy creyente, pero no he podido evitarlo —le dijo al policía que no salía de su asombro.

—Por Dios, Cristobal , una vez, pase; dos, bueno… ¿pero siete?... —Roberto seguía uniformado a pesar de que hacía una hora que había acabado su turno. Resopló y pasó las hojas del informe que tenía sobre la mesa, esperando encontrar algo que le encajara. —¿Y no has podido evitarlo ninguna de las siete?

El anciano negó con la cabeza sin mostrar un ápice de culpabilidad. Estaba claro que si no hacía algo no tardaría en llegar una octava.


—No quiero hacerlo —dijo el policía—, sobre todo teniendo en cuenta la amistad que une a nuestras familias. Pero creo que te estás riendo de mí. ¿Puedes empezar desde el principio otra vez?


Cristobal lo miró con satisfacción y asintió, acomodándose en la silla. Le encantaba contar historias y ésta sin duda era de las mejores.


—Ya sabes que desde que murió Ana, estoy muy solo. Además el estar jubilado no me ayuda: me levanto tarde y no me apetece hacer nada. —Miró a Roberto como esperando aprobación para continuar, el policía asintió.

—La mañana de la primera vez fué más de lo mismo: Estuve en la cama hasta las doce del mediodía y salí a desayunar algo. Recorrí los bares del pueblo, como hago siempre, y no es que tuviera hambre, pero me gusta tomarme una tapa en cada uno. Fue a eso de las tres y cuarto, en El Cantero con el chorizo a la sidra y el vino tinto, cuando la vi. —Hizo una pequeña pausa para imaginársela.

—Era igual que Ana: tenía la misma mirada, la misma forma de la cara, los mismos pechos —dijo resoplando y haciendo un gesto obsceno—. Iba de la mano con un joven… ¡madre mía lo que hubiera dado por estar yo en su lugar!, porque además ¡menudo piltrafa! No había por donde cogerlo. Incluso a mi edad podría con él. —Hizo otra pausa para tranquilizarse y continuó

—Esperé a que el chavalillo se fuera al baño y me acerqué a ella. Me sonrió, estaba claro que le gustaba. Esa chica tenía que ser toda para mi. No la iba a compartirla con ese mequetrefe. En cuanto regresó del baño estaba tan rabioso... Ese imbécil no se merecía a una chica como esa.


—Y entonces le pegaste —sentenció Roberto.
El anciano asintió.

—Es lo único que tenía sentido. Un buen puñetazo en la cara. Ella debería haber visto que yo era el hombre de verdad. Y no ese mindundi...

—Pero en vez de caer rendida a tus pies, te denunció…

El anciano golpeó la mesa con las palmas de las manos con indignación.

—¡Exacto! ¿Tu te lo puedes creer? ¡Es que es incomprensible!

Roberto lo miró de arriba a abajo, planteándose si contestar o no a esa pregunta. Decidió ignorarla.

—Y las otras seis veces siguientes pasó lo mismo…

Cristobal miró al techo mientras recordaba con una sonrisa pícara en la cara.

—Sí, mas o menos lo mismo.

Roberto dio un largo suspiro, estaba claro que para Cristobal había muchas jovencitas idénticas a su querida esposa fallecida. Se recostó en la silla y cerró la carpeta donde estaban los informes. Ese hombre estaba empezando a sacarle de sus casillas.

—¿Sabes cuales son los siete pecados capitales, Cristobal ?

El anciano asintió, sin tener demasiado claro lo que quería decirle.

—Claro, Roberto, ya te he dicho que soy creyente.

El joven policía sonrió.

—En la historia que me acabas de contar los incumples todos. Uno detrás de otro.

Cristobal lo miró con sorpresa. "Uno detrás de otro", esa era una acusación muy seria. Una cosa era saltarse uno o dos, sin querer y muy de vez en cuando… ¿Pero todos?

En cuanto el joven vio la cara pensativa del anciano, imaginó que podría haber tenido éxito. Por fin había dejado una pequeña mancha en su mente, que con un poco de suerte se convertiría en una puntada de culpa que evitaría una octava denuncia.

—Puedes irte Cristobal, espero no tener que verte más veces por aquí por este motivo.

El anciano sonrió y asintió aliviado mientras se levantaba.

—Gracias Roberto. No te preocupes, no volverá a pasar.

El joven policía le sonrió taciturno mientras lo veía alejarse, era una pena, pero sabía que no tardaría en verle en la misma situación. La edad y la muerte de su esposa habían hecho mella en su cabeza. Nunca dejaría de verla y de intentar conquistarla.


Reto 14: Tu texto empieza con "si yo soy creyente, pero no he podido evitarlo" dicho a un policía.

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