Iniciación a la escritura creativa UPZ - El observador

DESENLACE:

Y ocurrió una fría mañana de febrero. Ella se levantó decidida a hablarle. Incluso usó pintalabios y colorete. Mientras caminaba hacia la estación daba mil vueltas a la cabeza.

Entró en el bar con el corazón en un puño y al acercarse a la barra lo miró de reojo. Ahí estaba, tan corriente, tan fantástico…

El camarero le puso delante un café con leche. 

—Hoy te invita el caballero de la barra —le dijo guiñándole un ojo. 

Sorprendida, lo miró y él le sonrió. Ella le devolvió la sonrisa y se acercó a su lado para hablar con él.

RELATO: 



Me gusta observar a la gente y la estación es un buen lugar para eso. Cada día veo pasar a cientos de personas, unas vienen, otras se van… y unos pocos, simplemente, nos quedamos.

Yo trabajo aquí como guarda de seguridad en el metro. Es un trabajo perfecto para mi, controlo que todo vaya bien, que nadie se pase de la raya.

Ella no es la típica persona en la que te fijas la primera vez, a ella la reconoces con el paso del tiempo, cuando te va sonando su cara de verla tantas veces.

Coge todos los días el metro que pasa a las 9:00, siempre lleva una mochila negra y unas deportivas viejas, pero muy bien cuidadas. Lo que me dice que no necesita mas de lo que tiene. Va a trabajar. Lo dice su cara de sueño. Es algo que aprendes a ver con la experiencia. Pero hay algo mas en ella. Un gesto afligido, vacío. Como si ya no esperase nada mas de la vida.

La primera en hablarme fue ella.

—Buenos días —me dijo, aquel día mientras metía el abono por la máquina que yo revisaba. Su voz tintineó en mis oídos como el agua fresca de un riachuelo en verano. Esbozó una sonrisa tímida.

—Buenos días —contesté yo, levantando la visera de la gorra con la mano.

La observé desaparecer entre la gente que esperaba en el andén.

Desde entonces la espero, su aura triste ilumina mis mañanas.

Sé que se llama Rebeca, que vive a tres calles de la estación, en un viejo edificio que pide a gritos una puesta a punto. Estuvo casada con un imbécil que la dejó tirada y ahora pasa los días sola, leyendo en su balcón cuando hace bueno o junto a la ventana en invierno. 

Sé que trabaja como limpiadora, a primera hora hace las oficinas de una sucursal bancaria que están en el centro de la ciudad y después le toca limpiar comunidades. Los viernes además limpia un bar, donde se suele quedar a comer.

Sé que le gusta el café con leche, corto de café y sin azúcar. Le gusta tanto, como a mi me gusta ella.

Sé todo esto, por mi afición por observar, de encontrar todas las respuestas, de llegar siempre hasta el final. A veces me duele que ella no se de cuenta.

—Buenos días —me dice siempre y su voz me sabe a gloria.

Ojalá pudiera hablar mas con ella. 

Como cada mañana la observo entrar al bar desde el fondo de la barra, hoy viene maquillada, ¡está tan guapa con los labios pintados de rojo! Hay algo diferente en su mirada que me desconcierta, es como un atisbo de esperanza, de valentía. 

Creo que hoy es el día. Hablo con el camarero para pagar su café con leche, observo paciente como lo prepara, no me importa, quiero que sea perfecto. 

Me muero de ganas de ver que cara pondrá cuando vea que tiene un admirador secreto.


Ejercicio curso de escritura creativa - Iniciación  - Desenlace Almudena Grande: Escribir el desenlace del relato de Almudena Grande en 100 palabras y después crear un relato de 500 palabras desde el punto de vista de otro personaje del relato

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