Literautas - escena 67 - Únete o muere

 


Llevaba mucho tiempo despertando en el mismo barco, rodeado de la misma gente, atrapado por la misma rutina.

Lo llamaban Scratch, por la fea cicatriz que cruzaba su cara. Él siempre contaba que se la había hecho en una pelea, aunque la verdad es que siempre la había tenido. No destacaba por su altura o su corpulencia, pero eso era una ventaja: no lo tomaban en serio hasta que no era demasiado tarde.

Se había criado en las calles de Port Royal y había aprendido, a base de golpes, que la vida valía muy poco y que no podía fiarse de nadie.

El ataque había sucedido arropado por la luna nueva mientras todos dormían. Los aterradores gritos le despertaron. El alboroto provenía de cubierta, sus compañeros se miraban entre ellos desconcertados, no tenían muy claro cómo reaccionar. Scratch se apresuró a levantarse, agarró su cuchillo y salió de la bodega detrás de Big Bart, un tipo grande y musculoso con el que había compartido demasiadas cosas, y del viejo Jackie que parecía inusualmente sobrio.

Hasta ahora la pequeña embarcación mercante Nerissa había tenido suerte y había pasado desapercibida en sus rutas marítimas, pero en aquella época era sólo cuestión de tiempo que algún otro barco con malas intenciones pusiera sus ojos en ella.

Jackie se dirigió al camarote del capitán, mientras Big Bart se encaramó hacia las escaleras de cubierta. Los golpes y gritos eran cada vez más estrepitosos, «piratas» pensó Scratch excitado mientras se aferraba a su cuchillo.

Escuchó bullicio en las escaleras y se escondió detrás de unas cajas. Arriba Big Bart estaba ya peleando. No lo iban a tener fácil contra él. 

Vio bajar a dos hombres armados con espadas camino a la bodega. Soltó una maldición: Max, Henry y el joven Louie seguían ahí. Sin pensarlo se abalanzó contra el saqueador que iba por detrás y le rajó el cuello. El otro se dio la vuelta pero, sin darle tiempo a reaccionar, Scratch le clavó su cuchillo en el estómago.

Big Bart soltó un aullido que le produjo un escalofrío y le arrebató de las manos la espada al pirata moribundo para ir a socorrer a su amigo.

La cubierta era un caos, Otto colgaba sin vida de la cofa en una posición muy poco natural y por el suelo había varios cadáveres con heridas brutales entre los que pudo reconocer a Marcel y al imbécil de Troy Macdonal.

—¡Aquí, chico! —escuchó gritar a Big Bart. Scratch vio como su compañero se estaba enfrentando a dos hombres, había otros dos en el suelo. Se le veía agotado y tenía una herida en el costado que sangraba profusamente. Se lanzó contra ellos, al primero lo pilló desprevenido y lo atravesó sin dificultad, el segundo también fue fácil: eran dos contra uno.

—¿Estás bien? —le preguntó a su amigo. Pero la única respuesta que recibió fue una fuerte detonación. El cuerpo del grandullón tardó unos desconcertantes segundos en caer al suelo sin vida. Detrás el pirata que sujetaba la pistola que le había reventado el pecho soltó una carcajada.

Scratch se lanzó contra él como si fuera un animal salvaje y le clavó el cuchillo muchas más veces de las necesarias.

De pronto se escucharon más golpes y disparos provenientes de la parte de abajo. Scratch volvió sobre sus pasos, arrancándole la vida a todo aquel que osó ponerse en su camino. Estaba herido y mareado. Pero no tenía nada que perder.

En la bodega estaban todos muertos, así que corrió al camarote de su capitán y lo vio degollado en el sillón. El olor a pólvora y a muerte era insoportable.

De pronto una presencia a su espalda le hizo girarse. El jefe pirata lo apuntaba con una pistola mientras le mostraba una siniestra sonrisa mellada. Detrás de él, media docena de hombres lo miraban con gesto divertido. Entre ellos, el traidor del viejo Jackie, que era quien los había vendido.

—Te has cargado a muchos de los míos —le dijo con una voz grave y rota. Scratch gruñó como respuesta —pero soy un tío piadoso y te voy a dar la oportunidad de elegir: Únete a mi tripulación, o muere.

Scratch miró a su alrededor, todo estaba destrozado. Había una grieta en la pared por donde estaba empezando a colarse el agua. Ya no quedaba nada por lo que luchar en ese barco. Miró al pirata y le sonrió desafiante.

—Elijo muerte.


Escena número 67 · Febrero 2025
Escena: un relato que contenga la frase había una grieta en la pared en algún lugar del texto (NO en el título)..
El texto está corregido y modificado según los acertados comentarios de mis compañeros de taller.
Relato nº 70 -  incluido en la Recopilación de textos del taller "Móntame una escena" 
https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-67/


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