Algo me ha despertado. He dormido tanto tiempo que no soy
capaz de calcularlo. He perdido la cuenta.
Llevo muchas décadas bajo el agua, escuchando el silencio en
las tinieblas de la profundidad. Sólo los peces visitan curiosos mis grandes
salas y nadan veloces entre mis impresionantes estanterías que a más de uno
asombraron antaño.
No me disgusta esta paz, mas no puedo evitar el evocar
recuerdos pasados: la vida burbujeando por mis pasillos, hombres y mujeres,
sedientos de conocimiento, deambulando, rebuscando y pasando hora tras hora
leyendo, aprendiendo, disfrutando... Una época dorada.
¡He albergado en mi interior los pensamientos de tantas
generaciones! Mis salones han sido tan amplios que parecía que jamás iba a
faltar un hueco para otro pergamino, para otro manuscrito, para otro libro...
Me han saqueado cientos de veces. He vivido guerras que han
mutilado cruelmente mi hermosa estructura. He ardido durante días, y esas
noches el brillo de mis llamas competía con el de las estrellas. Pero mis
cimientos son fuertes. La maravillosa gente que me construyó lo hizo a
conciencia.
Y ahora he despertado, y sé el motivo: hay algo distinto. La
luz del sol me acaricia con más fuerza.
Oigo el murmullo de las olas. Estoy más
cerca de la superficie. Estoy muy cerca.
Pronto alguien me encontrará y descubrirá los secretos que
aún guardo intactos en mi interior: pergaminos y manuscritos guardados en cajas
herméticas, cofres llenos de sabiduría ancestral. Pronto volverá mi época dorada. Pronto, muy pronto. Sólo me queda
esperar. Un poco más.
Taller de literatura de Ángel Longás - Tema "La biblioteca"
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