De Ida y Vuelta.

Después del tremendo impacto de repente me sentí mejor. Los dolores estaban desapareciendo. De lejos se oían ecos de sirenas, distorsionadas, como reminiscencias del pasado.

Tenía ganas de levantarme, de correr... Si quería, podía hacer cualquier cosa. ¡Podía volar! Me notaba mas liviana, me incorporé y empecé a levitar, a elevarme cada vez más alto, más rápido. La brisa fresca acariciaba mis mejillas. Enseguida estaba tan arriba que la tierra era solo colores y las nubes dulces como de algodón de azúcar me hacían cosquillas en los brazos. El placer de revolotear, de girar como un torbellino. El vértigo de la velocidad. Una experiencia única, como montar en mil montañas rusas.

Algo me llamó la atención, algo que ya estaba allí: una luz brillante, cálida, reconfortante. Me llamaba como el sol lo hizo con Icaro. Una llamada irresistible. De la claridad provenían sonidos, voces, palabras. Escuché mi nombre. Cuanto mas me acercaba, mas paz sentía.

Allí había gente que me esperaba, que aplaudían mi llegada. Y fue cuando empecé a reconocer algunas caras, cuando me di cuenta de todo: de porque no había dolor, de porque tanto bienestar. Justo en el momento que mas viva me sentía, resultaba que estaba muerta.

Miré abajo, a todo lo que había dejado atrás. Había mucho, demasiado. Al volver la vista al frente ya no había luz. Una gran muralla me impedía el paso. Aun podía sentir lo que había al otro lado, pero no era para mi. Aun no.

Cerré los ojos y noté como empezaba a caer, cada vez más deprisa. No me hizo falta abrirlos para ver la carretera, el coche destrozado, una mujer tumbada, que tenía mi cara. Alrededor había un pequeño despliegue, un coche de policía, una ambulancia y varias personas que iban de un lado a otro. En el momento que iba a estamparme contra es suelo abrí los ojos de golpe. El dolor volvió a sacudir mi cuerpo. Un desconocido me miraba con preocupación mientras ayudado por otro me subían a la ambulancia.

—Ha tenido un accidente —me dijo al ver que había recuperado la consciencia—, pero no se preocupe, todo va salir bien.

Yo sonreí, y me dije a mi misma "ya lo sé ".


Taller de literatura de Pepe de Uña - Tema "Mi viaje más alucinante"

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