—¿A qué no hay huevos? —dijo Claudio estampando su jarra de cerveza vacía en la barra del bar. Estaba claro que ya se había tomado alguna más de la cuenta.—Es una idea espantosa. Es imposible que eso salga bien —musitó Andrés, que era el más sensato de los tres, dándole el último sorbo a la suya.
Miré a mis dos amigos con una sonrisa de complicidad y pedí otras tres jarras al camarero.
—Mirad, lo importante es actuar con naturalidad. Cómo si no pasara nada —les dije gesticulando con las manos.
Andrés se encogió de hombros.
—Sigo sin verlo.
—Joder, es una idea buenísima —dijo Claudio con un tono de voz más alto de lo habitual —. Yo estoy contigo: ¡Vamos a hacerlo!
Miramos a Andres que negó con la cabeza y se cruzó de brazos.
—Ni de coña. No contéis conmigo.
Hice un gesto de incredulidad. Se hacía de rogar, pero, como siempre, acabaría cediendo.
El camarero se acercó y dejó las tres jarras sobre la barra. No tardamos en coger una cada uno.
—Déjanos el trabajo sucio a Claudio y a mí —le dije acercándome demasiado a él para incomodarlo—. Tú sólo espera en la camioneta. Ya sabes, por si las cosas se tuercen. —Le guiñé un ojo.
Andrés bufó con resignación y me sonrió. Solté una sonora risotada.
—¡Claro que si! —dije con un gesto de victoria— ¡Chocad las jarras compañeros!
Realizamos un estrepitoso brindis tirando la mitad de la cerveza por el suelo. Y estallamos en carcajadas. No se me lo podía creer... ¡lo íbamos a hacer!
A la mañana siguiente vestidos con monos de trabajo nos acercaron al portal 109. Era pleno día, pero no nos importó lo más mínimo que la gente que pasaba por la zona nos viera. Hasta saludé a un par de transeúntes.
Claudio desactivó el portero automático con mucha calma y profesionalidad y después me ayudó a quitar los tornillos y sacar de sus goznes la pesada puerta de entrada.
Curiosamente a ninguno de los vecinos que entraron o salieron del edificio les pareció raro que alguien se estuviera llevando su puerta.
Entre los dos cargamos el gran armatoste de metal hasta la camioneta, donde la colocamos con cuidado y la aseguramos con cuerdas para que no sufriera ningún daño en el camino. Después subimos a la cabina y nos largamos.
—¿Acabamos de robar una puerta? —preguntó de repente Claudio.
Yo le miré divertido.
—Así es, y uno de los vecinos me ha alcanzado el destornillador —dije satisfecho—. ¿Veis como tenía razón? El truco es "actuar con normalidad".
—¿Y para que cojones queremos nosotros una puerta? —preguntó Andrés, mientras conducía.
—No sé —dije encogiéndome de hombros—, pero deberíamos deshacernos de ella antes de que nos pillen.
En ese momento nos miramos y empezamos a reír a carcajadas.
—Esto lo contamos en el bar y no se lo cree nadie.
Reto 06: Vete a tu diario favorito y busca una noticia rara. Escribe el relato como si fueras uno de los protagonistas.
52 retos de escritura para 2018 de Literup - https://blog.literup.com/52-retos-de-escritura-para-2018
Noticia del 31 de Enero del 2018 sacada de www.aragondigital.es
Roban una puerta de un portal ante la mirada de viandantes y vecinos en Zaragoza
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