Literautas - escena 55 - La Escena Final.


Lorenzo hablaba por teléfono, su voz era el único sonido que se escuchaba en el teatro.

—Ya se lo he dicho señorita —dijo—. No, no, no —negó moviendo la cabeza—. Mire señorita, lo mejor es que venga alguien. —Guardó silencio unos segundos y asintió con la cabeza—. Sí, gracias.

Pulsó el botón de finalizar llamada y lanzó un sonoro suspiro mientras guardaba el móvil en el bolsillo. Miró a su alrededor, buscando un lugar que no estuviera demasiado manchado de sangre y se sentó a esperar.

No había pegado ojo en toda la noche. Había estado muy nervioso, pero era lo normal: Era el día de su debut; y aunque solo tenía cuatro frases, tenía un papel decisivo y nunca había actuado delante de tanta gente.

Las entradas del estreno se habían agotado en menos de una hora, y ya era casi imposible hacerse con una butaca para ver la función en cualquiera de sus sesiones.

Todo era gracias a Maximilian Dynamite, el actor del momento. Era portada de todas las revistas. Se le conocía como una persona natural y humilde, amante de los animales y ferviente luchador de las causas perdidas. Amable, agradable y descaradamente guapo.

Cuando se enteraron de que había aceptado ser el protagonista de su modesta obra de teatro, no se lo podían creer: por fin su pequeña compañía tendría el reconocimiento que tanto merecía. Esa noche Jorge, el director, los invitó a todos a una cena por todo lo alto. Allí comieron, rieron, bebieron y brindaron por un futuro que se les antojaba embriagador. Todo el mundo era feliz hasta que la celebridad hizo acto de presencia el primer día de ensayo.

Entonces descubrieron que Max era un fraude de pies a cabeza: Era un tipejo impertinente, grosero y malhablado que siempre llegaba tarde a los ensayos y la mitad de las veces venía colocado. No tenía paciencia, trataba fatal a sus compañeros y no paraba de acosar a Pilar, la actriz principal. Lo que sí era cierto, es que era muy atractivo, pero es que, se había operado tantas veces que, ya nada quedaba de aquel joven de Calamocha llamado Mariano; por que ni siquiera el nombre que utilizaba era real.

No tardaron en odiarle. Nadie aguantaba sus excentricidades. Pero se debían al bien común. La compañía era un sueño, y esa obra, el trampolín que los catapultaría a la fama. Podrían dejar sus miserables vidas, sus aburridos trabajos y dedicarse a su gran pasión: actuar. Así que cada uno, a su manera, soportó día tras día a ese insufrible ser, hasta el estreno.

Estaban en el último acto. El personaje de Maximilian acababa de morir acribillado a balazos en una escena cruda, pero muy emotiva, en la que Lorenzo, que interpretaba al asesino, después de vaciar el cargador de su arma sobre el protagonista, se arrepentía y llamaba a la policía para entregarse.

La obra había sido soberbia, con sus giros magistrales y su justa dosis de crítica a la sociedad. Todos los actores lo habían hecho de maravilla, en especial Lorenzo y Max, en la última escena, que había sido tan visceral, real y conmovedora que los espectadores se habían quedado helados. Cuando se empezó a bajar el telón, el público ya estaba en pie aplaudiendo y lanzando ovaciones.

Pero la función aún no había terminado: Detrás del telón los actores se prepararon para la escena final. Tenían que darlo todo, pues de ello dependía su integridad. Observaron el cuerpo sin vida de Maximilian con curiosidad, ninguno de ellos había visto tan de cerca un cadáver. Sin duda, cambiar las balas de fogueo por unas de verdad, había sido una idea muy acertada.

Era el momento, si lo hacían bien, saldrían impunes. Se colocaron en sus puestos y miraron a Pilar que, con una sonrisa, cerró los ojos, y cogiendo aire soltó el chillido más desgarrador que habían escuchado nunca. Cuando volvió a subirse el telón Jorge intentaba reanimar a Max, Lorenzo estaba en el suelo en estado de shock, Pilar lloraba desconsolada, y el resto del reparto o intentaban ayudarles o estaban paralizados.

El público enseguida se dio cuenta que algo no iba bien, y el horror de la situación se adueñó del teatro.

La suerte estaba echada, pero pasara lo que pasara, en la mente de los actores, quedaría grabado para siempre el eco de aquellos últimos aplausos.


Escena número 55 · Octubre 2018 - Todo el mundo era feliz hasta que...
Escena: un relato que contenga las frase Todo el mundo era feliz hasta que….
Reto opcional: que la última palabra del relato sea aplausos.
El texto está corregido y modificado según los acertados comentarios de mis compañeros de taller.
Relato nº 90 -  incluido en la Recopilación de textos del taller "Móntame una escena" 
https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-55/

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