Literautas - escena 57 - Dragones y mazmorras


Los dados de nogal rodaron por el tocón que hacía de mesa en el claro del bosque. Búho frunció el ceño al ver el resultado y miró a sus compañeros.

—La cueva es profunda —dijo—. La luz de vuestras antorchas provoca extrañas sombras en las paredes. El ambiente es cada vez más denso, os cuesta respirar. —Consultó sus notas y miró a Cigüeña con malicia—. Tira un dado de doce y reza para sacar más de diez.

Cigüeña se había arrepentido de haber escogido “Claustrofobia” como defecto principal de su personaje, nunca pensó que una intrépida arquera iba a verse encerrada tantas veces en grutas y similares. Sin muchas esperanzas lanzó su dado. Un uno. Búho sonrió.

—Entras en pánico —le dijo—. Empiezas a correr como una loca.

—¡Hay que detenerla! —gritó Zorro metido en su papel, un poderoso mago elemental que buscaba un antiguo libro de hechizos.

—Tú dirás cómo —dijo Búho arqueando una ceja. Zorro dudó unos instantes pero enseguida su rostro se iluminó.

—¡Uso “Paralización”! —gritó tirando su dado de diez caras. Satisfecho, cantó el resultado—. ¡Nueve!

—El hechizo funciona —continuó Búho—. La dejas paralizada, pero sigue fuera de control. Os recuerdo que su tirada ha sido “pifia”.

Mapache soltó un bufido. Había elegido el rol de paladín por la brutal descripción del manual: poder absoluto contra los “no-muertos”, montones de hechizos sagrados… Pero estaba resultando ser un aburrimiento, solo gastaba su maná en curar a sus torpes amigos.

—Le canto una nana para que se tranquilice —dijo mientras tiraba el dado.

—¿El hechizo “Canción Sagrada”? —preguntó Búho.

—Sí, el hechizo “Canción Sagrada” —contestó lanzando un sonoro suspiro.

La cara visible del dado marcó un cinco. Todos miraron a Búho con curiosidad que tiró otro dado en privado.

—Cigüeña se calma. Seguís vuestro camino —continuó—. Después de un buen rato andando veis una abertura, es el final del pasadizo.

Ardilla, que había estado distraída toda la partida lo interrumpió.

—¿No será…? —preguntó emocionada.

Búho asintió.

—Sí, estáis ante la guarida del dragón.

Sin pensarlo dos veces, Ardilla tiró su dado de diez caras.

—¡Diez! —gritó emocionada. La suerte siempre estaba de su lado y haciendo gala de la personalidad de su personaje, una locuaz saqueadora. Miró a Cuervo—. ¡Vamos!, ¡es hora de divertirnos!

Cuervo se encogió de alas. Era un poderoso guerrero curtido en mil batallas, pero con el intelecto de una piedra. Los dados le habían fallado a la hora de crear su personaje.

—Cuervo y yo vamos corriendo hacia allí —anunció Ardilla.

Búho miró a los otros.

—¿Y los demás?

Zorro tomó la palabra.

—¿Qué otra cosa podemos hacer? ¡Vamos detrás!

—Avanzáis todos corriendo y… —Paró de hablar para tirar los dados y guardó un dramático silencio—. ¡Habéis despertado al dragón!

—¡Maldición! Preparo mi “Bola de Fuego” —dijo Zorro.

—Y yo mi arco —añadió Cigüeña.

—¡Ataco con la espada! —gritó Cuervo tirando su dado.

—Combinemos nuestras fuerzas —le dijo Zorro a Cigüeña que lanzaron sus dados a la par para invocar una “Piroflecha”.

—Esto se nos va de las manos —gruñó Mapache mientras tiraba su dado—. Levanto un “Escudo Sagrado”.

—Yo abro el cofre —dijo Ardilla lanzando su dado. Todos la miraron incrédulos.

—¿En serio? —preguntó Mapache—, Ardilla, tus dagas envenenadas nos vendrían genial ahora mismo.

Ardilla lo ignoró y miró a Búho expectante. Búho suspiró.

—De acuerdo, coge una carta de la baraja de tesoros —Ardilla obedeció y al girar su carta descubrió la “Espada Legendaria del Rey Panda”, iba a ganar un dineral cuando la vendiera—. ¡Ardilla! —la llamó Búho sacándola de sus pensamientos— Tira el dado. El cofre tenía una trampa. Vamos a ver qué pasa.

Ardilla lanzó su dado confiada.

—¡Un uno! —cantaron todos al unísono.

—Cualquiera que no esté dentro del escudo sagrado muere en el acto —sentenció Búho.

—Voy al escudo y… —empezó a decir Ardilla.

—Tarde: estás muerta —la interrumpió Búho negando con la cabeza.

—Un momento —dijo Mapache esperanzado—. ¿Entonces el dragón también está muerto? —Búho asintió y Mapache hizo un gesto victorioso. Por fin sus habilidades habían servido para algo.

Ardilla contempló con impotencia cómo sus compañeros se repartían el tesoro y la experiencia del combate.

—Dejar de lado a tus amigos por puro egoísmo nunca es buena idea —le aconsejó Búho.

Ardilla asintió distraída mientras escribía en su nueva ficha de personaje. Esta vez sería una ladrona, y pondría todos sus puntos a “Suerte”. Los dados no le volverían a fallar.

Escena número 57 · Enero 2019
Escena: un relato que contenga las palabras sombra, baraja, dragón.
Reto opcional: que el relato sea una fábula protagonizada por animales..
El texto está corregido y modificado según los acertados comentarios de mis compañeros de taller.
Relato nº 114 -  incluido en la Recopilación de textos del taller "Móntame una escena" 
https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-57/

Comentarios