Literautas - escena 61 - Für Elise

Llevo un buen rato esposado en la sala de interrogatorios. Observo las paredes por enésima vez, y me fijo en el calendario que hay pegado. Me pone nervioso que siga indicando que estamos en marzo del año pasado.

Se abre la puerta y entra el policía. Se sienta en la silla que tengo enfrente y deja caer una carpeta encima de la mesa. Carraspea antes de hablar.

—Señor Field, ¿sabe por qué está aquí?

No contesto.

Saca un manojo de papeles y me los pone delante. Son fotos del cadáver de una mujer. Se me encoge el corazón.

—¿La conoce?

Asiento despacio. No puedo salir de mi asombro: estás muerta. Pero, ¿cómo es posible?, he estado contigo esta noche. Intento contener las lágrimas mientras el agente me mira expectante.

—Es Elisa. Una… Amiga. —Mentira, eres algo más, bastante más….

—¿Cuándo fue la última vez que la vio?

El mundo se me viene encima. Cree que te he matado. Pienso antes de contestar. ¿Debería ser sincero? ¿Por qué no?: Yo no te he hecho nada.

—Anoche —le respondo. El agente arquea una ceja con incertidumbre, está claro que espera que sea más específico—. Estuvo en mi casa. Cenamos, bebimos un poco, y bueno… Una cosa llevó a la otra y… —Me ruborizo al recordar la pasión de tus besos— Nos acostamos.

—¿Seguro que fue anoche? —me pregunta. Asiento con firmeza. Por supuesto que fue anoche. Inspiro, tu olor aún impregna mi piel— ¿Y qué pasó después?

—Cuando acabamos, se marchó.

El policía se revuelve en la silla. Está inquieto.

—¿Y no le pareció extraño?

—Siempre suele… —Es muy duro hablar de ti en pasado—. Solía hacerlo.

—Una mujer sola, de madrugada, en un barrio como el suyo… ¿No se ofreció a acompañarla?

Suelto una risilla. El agente tiene una expresión curiosa, creo que le molesta mi actitud. Seguro que piensa que un hombre debe de ser más protector con una mujer. Está claro que no te conoce.

—Eso sería como darle un puñetazo a su ego —respondo con melancolía—. Es… —Siento una punzada de dolor—. Era una persona sorprendente. Fuerte y orgullosa.

El policía resopla.

—¿Alguien los vio juntos? —pregunta sin mucha convicción.
Le miro y niego con tristeza.

—No. Estuvimos solos.

Parece irritado. Se acomoda de nuevo en la silla y me mira con seriedad.

—¿Toma usted algún tipo de medicación? —pregunta, tras una larga pausa.

Me pilla desprevenido el cambio de conversación y tardo un poco en contestar.

—Sí, estuve tomando, pero hace unos días que lo he dejado. Estoy mucho mejor.

—¿Antidepresivos?

Asiento y chasquea la lengua. Se levanta y sale por la puerta. Me deja solo de nuevo.

No puedo creer que no vaya a volver a verte. Ya no te escucharé canturrear. No volveré a contar las pecas de tu espalda… Lo he intentado, he aguantado como un león, pero no puedo más y rompo a llorar.

El agente vuelve a entrar con una mujer con gafas que lleva una bata blanca. Intento secarme las lágrimas. Ella me incomoda. Se acerca y la miro con desconfianza.

—Tranquilo, sólo quiero hablar —dice con tono maternal.

Estoy confuso. Casi no me atrevo a preguntar, pero lo hago.

—¿Me he metido en un lío? —Ella niega con la cabeza.

Ahora sí que no entiendo nada, ¡pero si les he dicho que no tenía coartada!

Ella me mira con lástima, creo que se han dado cuenta de que soy sincero, que yo jamás te haría daño. Respiro aliviado. Ahora me soltarán y volveré a casa para lidiar con mi dolor. Se gira hacia el policía, que le responde con un gesto de conformidad. Después vuelve a mirarme a los ojos.

—¿James, verdad? —Asiento—. Voy a explicarte esto despacio, para que lo entiendas. —Su tono me molesta, me habla como a un niño—. Las fotos que te ha mostrado mi compañero son de hace tres días.

La miro desconcertado. Tardo unos segundos en comprender. Entonces un sudor frío me recorre la espalda y empiezo a temblar. El corazón me late descontrolado y un miedo intenso me cala hasta los huesos. Quiero gritar, correr, desaparecer… Pero no puedo. Estoy en shock.

Me llaman, me agitan. Todo está lejos y borroso. Siento un pinchazo en el brazo.

Mientras mi cuerpo se relaja, lo único que calma mi mente es creer que me he vuelto loco: loco del todo. Mejor eso, que asimilar que con quien estuve anoche, no fue contigo, mi querida Elisa.


Escena número 61 · Mayo 2019
Escena: un relato que contenga la frase "no tenía coartada".
Reto opcional: que el relato incluya las palabras león, calendario y medicina.
El texto está corregido y modificado según los acertados comentarios de mis compañeros de taller.
Relato nº 8 -  incluido en la Recopilación de textos del taller "Móntame una escena" 
https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-61/

Comentarios

  1. Vengo de Literautas. Eres de las pocas personas participantes que tienen o enseñan su blog. Seguramente en su momento no leí el relato, pero me ha gustado. Yo soy un poco viva la virgen escribiendo pero Literautas, a veces me sacaba del marasmo de la incapacidad para escribir cualquier chorrada. Los voy a echar de menos. En mis comentarios en Literautas, mi nombre redirige al blog, como el tuyo.- caminodehierro.net- El día 5 es el pregón de las fiestas de mi pueblo aunque ahora me encuentro en mi pueblo de verdad. Te animo a que visites su castillo, si todavía no lo has hecho, Peracense.

    ResponderEliminar
  2. Hola! Que gusto encontrarte por acá. También vengo de Literautas. Si se les ocurre alguna idea para que podamos compartir retos nuevos y/o escritos (Algún grupo cerrado de Facebook, por ejemplo) me encantaría participar. Un saludo grande!!
    Carla Daniela

    ResponderEliminar

Publicar un comentario