Iniciación a la escritura creativa UPZ - Morir a lo fácil

Lidia salió de la tienda con el tamborilero retumbando en su cabeza y las manos vacías. Le había tocado regalar a Marta para el amigo invisible de la oficina y no sabía que comprarle.

Se subió la cremallera del abrigo y se acomodó la bufanda, Zaragoza era muy fría en diciembre. Apenas eran las seis de la tarde y ya, prácticamente de noche, las luces navideñas iluminaban toda la calle Alfonso creando un ambiente mágico. Al igual que ella, muchas personas habían aprovechado esa tarde para hacer las compras navideñas, había gente por todos lados. 

Esquivó a unos niños que pasaron corriendo antes de entrar a probar suerte en un par de tiendas más. Nada. Ni rastro de ese regalo tan original que iba a ser la envidia de sus compañeros. 

Suspiró con resignación, tendría que morir a lo fácil, el bote de perfume que le había regalado la tía Emma para su cumpleaños sería perfecto. Total nadie iba a saber que había sido ella. Levantó la cabeza para emprender el camino de vuelta a casa y entonces lo vio al otro lado de la calle, detrás un montón de gente. 

Le dio un vuelco el corazón, ¿Era él?, ¿de verdad era él? Parpadeó incrédula y afinó la vista. No había dudas, era él. Incluso llevaba la sudadera morada que se había puesto para su última cita.

Mario era un antiguo novio con el que las cosas no habían terminado demasiado bien. La verdad es que no tenía suerte en el amor. Como siempre, no había sabido comportarse como debía y sentía que le debía una explicación. ¿No era perfecto que el destino lo hubiera puesto de nuevo en su camino para poder disculparse? 

Fue a levantar la mano para llamar su atención, pero una señora cargada de bolsas le dio un fuerte empujón y le hizo perder el equilibrio.

—¡Señora, tenga cuidado! —le espetó mientras se recomponía. La mujer la ignoró.

Lidia buscó en la multitud y enseguida encontró la sudadera morada. No se lo pensó dos veces y emprendió el camino, al principio poco a poco y pidiendo disculpas, pero al ver que cada vez había más distancia entre ambos, empezó a dar pequeños empujones para terminar metiendo el codo sin ningún cuidado.

—¡Mario! —gritó, estaba tan cerca que solo tenía que alargar su mano para tocarlo. Entonces se acordó. Se paró en seco y sonrió.

No podía ser Mario, pues estaba, con sus otros ex novios, enterrado en el jardín de su casa.


Ejercicio curso de escritura creativa - Iniciación  - LA ESCENA: Escribir un relato de unas 400 palabras basado en la escena: "Una calle abarrotada de gente"

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