Escritura creativa avanzado UPZ - Misifuz

—¡No lo toque más! —chilló Alba enfadada.

Nico miró a su hermana pero siguió acariciando al gatito que no dejaba de ronronear.

—¿Por qué?

—La yaya dice que si los tocas mucho se arguellan.

El niño apartó la mano del animal con tristeza, no quería hacerle daño, ¡pero es que era tan suave!

Alba sonrió con ternura al ver la cara de su hermanito. La verdad es que a ella también le estaba costando no acariciar a esa bolita peluda, pero era la mayor y tenía que dar ejemplo.

—Niños, ¡a poner la mesa! —la voz de la madre se coló por la ventana de la cocina, los hermanos se levantaron y corrieron dentro de casa, —chiiiist, lavaros la manos antes en la fregadera que habéis estado tocando al gato.

Los pequeños obedecieron. Alba sacó los platos del aparador, Nico cogió los cubiertos del cajón y los empezaron a colocar con cuidado sobre la mesa. 

—¿Habéis decidido ya cómo se va a llamar el gatito? —preguntó la madre removiendo las lentejas.

—Nico le quiere poner un nombre estúpido —contestó Alba distraída mientras colocaba los vasos.

—¡Spiderman! —gritó el pequeño simulando que los tenedores aterrizaban al lado de los platos.

—No puedes llamar así al gato —replicó la niña. El pequeño le hizo burla y ella lo ignoró.

—Y ¿cómo quieres ponerle tú? —le preguntó su madre.

Alba bajó la mirada con vergüenza.

—A mi me gustaría llamarlo Federico. Pero dice la yaya que eso no es nombre de gato.

El pequeño soltó una risilla.

La madre cogió la olla, y al girarse para colocarla en la mesa se paró en seco.

—Chicos, habéis puesto un plato de más, sabeis que papá está trabajando y no vuelve hasta la noche.

—No es para papá —dijo Alba.

—¡Es para la yaya! —chilló Nico aupándose para sentarse en la silla.

La mujer sonrió. No se acordaba que su difunta madre siempre acostumbraba a visitarles por esas fechas. Y, cómo solía hacer, se había presentado sin avisar. 

Sirvió tres platos, pues desde que falleció, su madre ya no tenía apetito, se sentó y observó como una figura semitransparente se materializaba lentamente en frente del plato vacío. Volvió a sonreír al verla, seguía igual, justo como a ella le gustaba recordarla.

Todos empezaron a comer.

—Yaya —dijo Nico con la boca llena—, ¿Y tú cómo llamarías al gatito?

La figura mostró una sonrisa afable y contestó sin pensarlo.

—Misifuz. Al gatito hay que llamarle Misifuz.


Ejercicio curso de escritura creativa - Avanzado  - Realismo mágico: Escribir un relato de realismo mágico.



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