Escritura creativa avanzado UPZ - El caballero oscuro



—¿Tú que miras? —le preguntó la chica en tono borde. Bruce apartó la vista. No estaba acostumbrado a que le hablaran así. De hecho, no estaba acostumbrado a que le hablaran en general—. No te hagas el tonto, te he visto cómo me mirabas las tetas. —Se las agarró de forma obscena aprovechando que estaban solos en la parada del autobús—. Te gustan, ¿verdad?

—Emmm no —acertó a decir y enseguida se percató del error— … bueno… sí… —Notó que se le secaba la boca, no le salían las palabras—. Quiero decir… que son bonitas y eso… pero… no las miraba…

—Entonces ¿qué mirabas? —Se sentó a su lado con una sonrisa pícara.

—Bueno… miraba… —Estaba tan nervioso que le iba a saltar el corazón— … miraba tu camiseta. Es… —Tragó saliva para poder continuar—... es de mi cómic favorito. 

—Vaya, vaya. Así que eres un friki —Lo miró de arriba a abajo—. Pues si te quitas esas gafotas, eres bastante pasable.

—¿Có… cómo? —tartamudeó Bruce sin terminar de creer lo que oía. Hacía varios días que coincidía con ella en el autobús y nunca le había dirigido la palabra. ¿Qué estaba pasando? —Mira… —consiguió decirle— Si esto… si esto es una broma, yo no…—Ella le agarró la mano y la colocó en uno de sus voluptuosos pechos. A sus diecinueve años era la primera vez que Bruce tocaba uno. Era blandito y suave. Enseguida apartó la mano, le ardían las mejillas y el corazón le iba a mil por hora. Ella estalló en carcajadas.

—No seas vergonzoso, hombre —le dijo mientras se apartaba un mechón de su pelo rosa de la cara.

—Esto… yo… yo... —tartamudeó Bruce, ya se había fijado antes en esa chica y tan de cerca era todavía más guapa. Ella le sonrió y le plantó un beso en los labios. El joven se dejó llevar por aquel tsunami con sabor a fresa. 

—Mmmmmm para ser un friki no lo haces mal —dijo mientras le quitaba las gafas—, ¿ves? lo que decía, así estás mucho más guapo. ¿Te han dicho alguna vez que tienes unos ojos muy bonitos? 

—Sin gafas no veo bien —farfulló Bruce. Estaba sonrojado y no se atrevía a levantar la vista del suelo.

—No te pierdes gran cosa —dijo ella. Se quitó la camiseta con el logo de un murciélago y se quedó en sujetador. Al ver que el joven no reaccionaba le cogió las manos y las colocó en sus pechos—. Venga, no te hagas de rogar. Bruce reunió el valor para magrear torpemente los pechos de la chica. Era una sensación tan agradable que ni siquiera se dio cuenta de que estaba empezando a excitarse. Ella sonrió—. Menos mal —dijo con un suspiro, mientras le miraba la entrepierna—,  estaba empezando a pensar que no te gustaba… y eso que estoy bastante buena —Bruce apartó las manos avergonzado. 

De pronto se escuchó el sonido de un motor, ambos miraron a la carretera para ver cómo aparecía el autobús. Ella se puso la camiseta rápidamente y sacó de su bolso un rotulador con el que empezó a garabatear el brazo.

 —Por si te apetece hablar, o quedar,  o —Le guiñó el ojo— terminar esto —. El autobús paró y se apresuró para subir la primera y sentarse en la parte de atrás, se colocó los auriculares y se abstrajo con el móvil. Bruce subió después. No se atrevió a acompañarla. Observó por unos instantes su voluptuosa figura y sus trenzas rosas y se sentó delante. Miró con disimulo su brazo en el que había un número y un nombre: Selina. Sonrió y sacó el cómic de “El caballero oscuro” que guardaba en su mochila y empezó a releerlo.

Ejercicio curso de escritura creativa - Avanzado  - Relato erótico: Escribir un relato erótico.



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