—Señora, ¿entonces usted lo ha visto todo? —le preguntó Lupe a la anciana que asintió con seguridad—, y ¿le importaría que le hiciéramos una entrevista? —La mujer volvió a asentir y Lupe hizo un pequeño gesto de victoria.
Era su día de suerte, habían llegado los primeros y había sido muy fácil encontrar a una testigo dispuesta. Le hizo una señal a su compañero Gerardo, que se acercó a ellas con la cámara.
Les habían enviado para cubrir la noticia de un atraco en una sucursal del banco nacional.
¡Por fin un suceso importante! La policía tenía acordonada la zona y se esforzaba en mantener alejados a los curiosos que empezaban a llegar en masa.
Los criminales habían entrado a primera hora de la mañana, vestidos como personal del propio banco y habían tomado como rehenes a tres trabajadores y un señor que había ido a actualizar la libreta. No había mucha más información, salvo que seguían dentro y que, de momento, no había que lamentar víctimas.
Mientras Gerardo le ponía el micrófono a la señora, Lupe empezó a hablarle.
—Le haré unas preguntas y mi compañero nos grabará —le empezó a explicar.
—¿Pero esto pa qué tele es?
Lupe sonrió con ternura.
—Es para Canal 23. —Gerardo acabó de colocarle el micro y levantó el pulgar —¿Cómo se llama usted? —le preguntó aprovechando para probar el sonido.
—¿Y pa cuando lo dan?
—¿Cuándo dan el qué? —le preguntó sin entender. La mujer le miró como si fuese tonta.
—¿Pues el qué va a ser, hija? ¡Ésto! —dijo la señora molesta por estar explicando algo que era obvio.
—No, señora —le dijo negando con la cabeza—, esto es una retrasmisión en directo.
—¿Lo cualo? —preguntó la señora.
Lupe cogió aire y miró por encima de su hombro derecho. Samanta García, del canal 24, iba a empezar a entrevistar a un joven repartidor. Se le estaban adelantando. Volvió a mirar a la mujer, suspiró y le mostró una sonrisa fingida.
—Que lo ponen ahora mismo, señora —respondió Gerardo, al ver que les iban a robar la primicia—, ¡prepárese que grabamos!
—¡Pero tendré que avisar a mi Juanico! —dijo rebuscando en el bolso.
—Señora, tenemos que empezar ya —le apuró Lupe, miró a Gerardo que gesticulaba con las manos y señalaba a la competencia. Se encogió de hombros y se acercó a la mujer.
—¿Necesita que le ayude?
La mujer la apartó con la mano sin mirarla, sacó del bolso un viejo móvil, de esos con tapa y botones enormes y se puso a marcar. Lupe miró a su alrededor, no había tiempo para buscar a otro testigo, la periodista rival ya había comenzado la entrevista. Conectarían ya mismo e improvisaría sobre la marcha. Le hizo un gesto a Gerardo, se puso el pinganillo y agarró el micro.
—¿Pa qué tele era? —chilló la señora cuando estaban a punto de entrar en directo.
—Han dicho que pa la veintitrés, doña Roberta —dijo un señor que estaba allí curioseando. Lupe lo miró, y asintió a modo de agradecimiento, pues se acababa de dar cuenta que ni siquiera sabía el nombre de la mujer.
—Buenos días —empezó a decir cuando vió que el piloto de la cámara cambiaba a verde—, estamos en la plaza mayor, donde como ya saben, se está produciendo un atraco…
—¡Del veintitrés! … —la voz de la señora hablando por teléfono le interrumpió—, pos yo que me sé, chico, espera a ver que pregunte…—. Lupe vió a la señora acercarse y colocarse a su lado. Cogió aire disimuladamente. Bueno, estaban en directo, ese tipo de cosas eran incontrolables. Sonrió preparándose para lo peor. Las iban a sacar en todos los programas de zapping.
—Que me dice mi hijo que cuanto me vais a pagar…—. Lupe soltó una risilla nerviosa y durante unos interminables segundos estuvo sin saber qué contestar.
—Nada, señora. No le vamos a pagar nada —se escuchó la voz de Gerardo de fondo.
—Ah, pos entonces yo no quiero saber na —dijo la señora, dejando sola a Lupe en el encuadre de la cámara. Abrió la boca para decir algo, pero en ese momento se dio cuenta de que Samanta ya había y cubierto la noticia. Miró el micro durante unos instantes, volvió a mirar a cámara, y aventó el micro contra el suelo.
Mientras se volvía a la furgoneta escuchaba como sus rivales se felicitaban por una entrevista perfecta.
Ejercicio curso de escritura creativa - Avanzado - Un ataque de nervios: Escribir un relato en el que un periodista de sucesos pierda los nervios.
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